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Dos torres que estremecieron al mundo #911 #USA

DALIA GONZÁLEZ DELGADO

El mundo recuerda hoy el acto de asesinato masivo más letal del Siglo XXI en territorio de Estados Unidos. Las estremecedoras imágenes de las Torres Gemelas cayendo permanecen en la memoria colectiva. Apenas tres días después de los atentados, el académico norteamericano Noam Chomsky pronosticó que habían sido un "regalo a la derecha dura".


El nuevo Pearl Harbor de los neoconservadores —como lo definieron algunos— ha servido para justificar invasiones, torturas, condenas sin evidencias y violación de derechos constitucionales.
El 11 de septiembre del 2001 fue un parte-aguas en la historia reciente. ¿Cuánto cambió Estados Unidos a partir de la tragedia, tanto en su política exterior como en la doméstica? Granma hizo esa pregunta a dos especialistas en temas norteamericanos.


Para el politólogo y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray, la respuesta de Estados Unidos fue "tan terrorista y agresiva" como los atentados. "En la loca carrera por utilizar esos actos para sus propios fines, la administración Bush desencadenó guerras fallidas en Afganistán e Iraq, que han sido sumamente costosas".
Al interior del país se modificaron leyes y se invirtieron cuantiosos recursos para permitir al Estado un mayor control, comenta el profesor. "Los escándalos por los casos de Bradley Manning y Edward Snowden son solo la punta del iceberg de un fenómeno más profundo de violaciones a los derechos civiles".
"Esto también ha tenido terribles repercusiones externas: vuelos secretos de la CIA; secuestro y asesinato de personas inocentes; escuchas y controles sobre otros gobiernos; uso de drones".
Otra arista aporta el investigador Ernesto Domínguez, del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cehseu) de la Universidad de La Habana.
Los cambios en la composición étnica y clasista de la población estadounidense y de sus estructuras económicas se unieron al bipolarismo de la Guerra Fría y la posterior emergencia de centros de poder que tienden a configurar un mundo multipolar en el largo plazo. Uno de los retos de la primera potencia mundial ha sido adecuarse al nuevo contexto, argumenta el experto.
La disyuntiva es "intentar mantenerse como potencia hegemónica o consolidar un sistema de acuerdos multilaterales donde Estados Unidos tenga el papel principal, pero dé participación a otros actores", destaca.


En esas circunstancias, el 11 de septiembre fue tomado para legitimar un nuevo enemigo —el terrorismo—, asociado de manera casi indiscriminada con el Islam político y otras manifestaciones contrarias a la hegemonía estadounidense, añade Domínguez. "A partir de entonces, el calificativo de terrorista se aplicó a diversas organizaciones y estados y justificó el uso de medios violentos para reafirmar el control de Washington. También fue la explicación para la transformación de la seguridad nacional sobredimensionada en uno de los ejes fundamentales de la política exterior y doméstica".