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#Noticia: Mi niña crece feliz.

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En la tarde de ayer conversaba con un buen amigo mexicano, este se mostraba asombrado de ver a mi hija jugar en la calle y de la alegría que notaba en nuestros niños, reconocía que no era eso lo que pensaba de nuestro país, al menos no era eso lo que había leído en la prensa fuera de Cuba. No pude callar y de momento me vi explicándole que los niños cubanos son privilegiados respecto a la mayoría de los niños que habitan el globo terrestre, que aunque no lo creyera en esta isla bloqueada y subdesarrollada se destinan infinidad de recursos para garantizar un pleno desarrollo de la infancia asegurándoles educación y salud gratuita para todos sin importar su género o raza. Los números y estadísticas de organismos internacionales corroboran mi comentario, le dije.
Yo soy madre de una hermosa niña, y a pesar de la dura realidad económica que nos impone el bloqueo –allá quien no lo quiera ver- creo en el Sistema Cubano, creo en mi sociedad para garantizar una buena formación de mi hija. Pobre quien ignore que en Cuba la voluntad político- social del Estado NO permite que nuestros niños se prostituyan, pasen hambre, vendan droga o sean tratados como basura, hecho que ocurre a diario en las grandes potencias capitalistas que se autoproclaman democráticas y lanzan guerras a naciones sin importar cuantos niños sufren y mueren a causa de sus políticas genocidas.
En mi Cuba mi hija no irá a un super mercado Wallmart, pero no pasará hambre ni andará descalza, no vivirá en una imponente residencia pero vivirá sanamente disfrutando de sus cordiales vecinos, no estará en una gran ciudad de carteles lumínicos y grandes avenidas pero caminará tranquila por las calles de su barrio, no será traficada, violada, maltratada, manipulada, ni limpiará parabrisas, ni pedirá limosnas.
Desde el embarazo cada niño cubano tiene una atención privilegiada y en los casos que nacen con capacidades diferentes, la atención aún es mayor. Durante la lactancia y hasta la primaria se vacunan gratuitamente para ser protegidos de enfermedades peligrosas. Entre sus “obligaciones” diarias están el juego, la recreación y el derecho a participar libremente en los espacios del medio donde se desarrollan.
Cada madre trabajadora e incluso las cuentapropistas, tienen derecho a ubicar a sus pequeños en los círculos infantiles, creados desde el triunfo de la revolución para apoyar a la mujer cubana y no privarla de su desarrollo profesional. Una vez que van creciendo y llegan a las Escuelas Primarias, se inician como pioneros, al recibir la pañoleta azul que los hace pertenecientes a la Organización de Pioneros José Martí donde se les ve desbordar de felicidad y alegría ya sea al celebrar acampadas, congresos y encuentros deportivos que los independizan y los forja para el futuro.
De estos espacios, se toman las canteras para el ingreso en la etapa de la secundaria a las escuelas de arte, de deportes y otros centros que se especializan y los define en la especialidad en que deseen realizarse como profesionales. Por eso cuando hablamos de una Legna Verdecia, de un Carlos Tabares, de un Leonis Torres, de Juliet Cruz, no es de una personalidad deportiva o cultural, es de un niño o niña que ha crecido y ha sido formado por nuestra Revolución que le ha permitido sin esfuerzos financieros, alcanzar sus sueños.
Yo duermo tranquila, mi hija crece feliz, ¿que va a importarme a mi lo que dice la prensa que lee mi amigo mexicano? Allá ellos, los que mienten, por el dinero que reciben, espero que les alcance para garantizarle a sus descendientes lo que en mi Cuba tiene garantizada mi hija feliz.

¿Quién ordenó hacer silencio? (#Cuba #Mexico #EEUU #Europa)

¿Quién ordenó hacer silencio? (#Cuba #Mexico #EEUU #Europa)
Por Myah Montero
Hace unos días la ministra de Justicia de Cuba, María Esther Reus, publicó un informe sobre el enfrentamiento jurídico penal a la trata de personas y otras formas de abuso sexual. Poco después busqué la repercusión de algo que me había parecido tan interesante y para mi asombro encontré que sobre esto los grandes medios de difusión masiva NO se hicieron eco, por supuesto, nada nuevo, ya es habitual que reporte que contenga aspectos positivos del gobierno cubano  o de lo que este hace por su pueblo para nada son noticias en los grandes medios de comunicación, en definitiva hace mucho sabemos a quienes responden.
Lo único que algunos medios, como El Nuevo Herald, sí comenzaron a reproducir de inmediato fueron las opiniones banales y sin fundamento que algunas “personas” (rebuscadas para la ocasión, es decir, disidentes o mercenarios) dieron sobre el tema.

Trata de personas y abuso sexual o No dormirnos en cómodos laureles (#Cuba #DDHH)

Varios chulos o proxenetas que obligaron a las prostitutas a darles dinero, en algunos casos bajo intimidación, amenazas y violencia; una mujer que permitió que dos hombres, uno de ellos anciano, toqueteara a su hija de diez años a cambio de regalos; otra madre y un padrastro que hicieron algo similar con una niña de once; un profesor de un instituto politécnico que prostituyó a una menor y tenía relaciones íntimas con varias alumnas, a quienes filmaba y chantajeaba para tuvieran sexo con extranjeros…
Esas fueron en resumen las nueve causas judiciales por las cuales en Cuba durante el 2012 fueron condenadas 14 personas, en los únicos casos que clasificarían como delito de trata de personas, según los estándares internacionales, de acuerdo con un informe hecho público el martes último por la Ministra de Justicia, ycuyo texto íntegro fue publicado en el sitio de la Cancillería.
Aunque el documento añade otras cifras un poco más significativas, como el procesamiento penal en igual periodo de 241 personas por el delito de proxenetismo, de las cuales 224 —el 92,94%— fueron condenadas; o las 2 mil 117 denuncias de delitos sexuales que involucraron como presuntas víctimas a niñas y niños (el 0,09% del total de población infantil); o las 2 mil 480 mujeres que acudieron a servicios de orientación por casos de violencia, el problema parecería de escasa entidad, como afirma el Gobierno cubano, en relación con otras realidades probablemente mucho más sórdidas.
Sin embargo, el mismo análisis que hacen las autoridades de la Isla ameritaría que en lugar de complacernos, los y las activistas y la ciudadanía en general nos cuestionáramos mucho más lo que ocurre en el país en esta materia, en particular alrededor de la prostitución, que parece ser la práctica que con más frecuencia alienta este tipo de delitos.
Si tal y como afirma el informe, “la atención al fenómeno de la prostitución constituye un problema de máxima prioridad para el Estado y la Sociedad Civil”, lo primero tal vez sería cuestionar por qué no aparecen tan claramente definidas sus causas.
Porque si bien cualquier persona en la Isla podría tal vez suscribir que, efectivamente, existe un “rechazo mayoritario de la población a las conductas delictivas que involucran a niñas y niños”, ya todos no estaríamos tan seguros quizás de que esto tenga un reflejo en el nivel de denuncias, ni en una “generalizada participación popular” en las acciones del Estado, las autoridades policiales y la sociedad civil para enfrentarlas.
Y contradice ese planteamiento la propia aseveración del informe, cuando explica que en los casos de prostitución infantil predomina el sexo femenino y una edad promedio de 15 años. “Las niñas y niños involucrados  usualmente actúan por iniciativa propia, sin que medie la figura de un proxeneta, aprovechando el descontrol de la familia”. ¿Solo falta de control o también complicidad?
Tampoco tengo la certeza, como padre atento que soy a la formación de mi hijo, de que desde la enseñanza preescolar se aplique un programa de educación sexual “con fuerte componente ético y en la formación de valores para prevenir el ejercicio de la prostitución”, como afirma el citado texto.
Por el contrario, muchas veces incluso desde instituciones estatales especializadas como el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), han trascendido las insatisfacciones por la manera en que se abordan tales asuntos en las distintas enseñanzas.
De hecho, esta propia información hecha pública señala que “el  Ministerio de Educación introdujo en los currículos escolares y programas extraescolares la educación sobre salud reproductiva”, lo cual insinúa la visión biologicista y salubrista con que todavía enfocan los libros de texto y los docentes el tema de la sexualidad.
No obstante a que el reporte indique que solo siete extranjeros cumplen sanción de privación de libertad por el delito de corrupción de menores, asociado al abuso sexual infantil, y aunque resultan bastante convincentes las pruebas de que el Estado cubano potencia como política el turismo familiar, tampoco me parece que la protección en este terreno sea lo suficientemente rigurosa, y para ello solo hay que ir a la puerta de cualquier discoteca o centro recreativo nocturno, donde con demasiada frecuencia es posible ver a jóvenes casi adolescentes en compañía de turistas de otros países.
Pero lo que más me alarma, en realidad, es el reconocimiento acrítico por parte de las autoridades de que “en general existe un vínculo consensuado entre prostitutas y proxenetas para ejecutar la actividad ilícita” —ya sabemos que la prostitución no está penada, solo el proxenetismo y la trata de personas—; y que se presente esta connivencia como algo contrastante frente a la realidad de otras naciones “donde la explotación sexual de adultos, niñas y niños está asociada a redes criminales que los mantienen en condiciones de semiesclavitud, de las que muy pocas víctimas consiguen escapar”.
¿No será tan terrible como esa dura circunstancia ajena, o peor incluso, que en Cuba haya mujeres, adolescentes y jóvenes dispuestos a la prostitución sin que medie “el empleo de la amenaza, coacción u otras formas de intimidación”, o sea, de manera voluntaria?
Al respecto resulta en extremo superficial y  justificativo, casi ofensivo a la inteligencia, el argumento oficial de que prostitutas y proxenetas —olvidan a los prostitutos, por cierto—  pactan “motivados por el ánimo de lucro”, y de que “en general esta práctica es ejercida para satisfacer gustos, lujos, placeres y asegurar condiciones materiales de vida superiores al resto de la población”, o de que “otras personas ejercen la prostitución para conocer a un extranjero con el cual puedan casarse, como vía para emigrar”.
Aquí tendríamos que cuestionarnos muy seriamente, o al menos argumentar mucho mejor, porque la prostituta o el prostituto —un oficio de sobrevivencia como norma en el mundo—, pueden tener en Cuba un nivel de vida superior al promedio, y si en verdad tales “gustos, lujos y placeres” son tan excepcionales y rebuscados, o pueden ser en muchos casos, simplemente, hasta lo más elemental para vivir.
¿Tecnicismos por resolver?
En el informe también llaman la atención otras carencias y anacronismos de la legislación penal vigente en Cuba, los cuales, al parecer, no parece que estén en la cartera de las modificaciones, a pesar de las sugerencias de activistas y expertos.
No hablemos ya de contemplar, como hasta ahora en el código penal, no solo las figuras del proxenetismo y la trata de personas para sancionar a quienes obtengan beneficios de la prostitución, sino también incluir la penalización al cliente que estimula ese mercado sexual, lo cual parecería ser solo una remota aspiración de algunas voces más radicales en la defensa de los derechos de la mujer.
Me refiero incluso a aspectos tal vez menos difíciles de resolver. Por ejemplo, al destacar la mayor severidad del marco sancionador cuando hay actos ilícitos que involucran a niñas y niños o estos sufren por abuso sexual o de otra índole, el documento enumera entre los delitos la violación y la pederastia con violencia, que es en esencia la misma conducta criminal, pero que de acuerdo con la legislación vigente recibe diferente tratamiento si la víctima es hembra o varón, un remanente machista que al parecer los juristas no tienen mucha prisa en enmendar.
Como un mensaje ambiguo queda también la especificación de que el sistema penal cubano fija la edad de 16 años como límite mínimo para asumir la responsabilidad criminal,  criterio atribuido a factores de orden cultural, socioeconómicos y jurídicos imperantes durante el desarrollo histórico de la nación, pero que “no impide su revisión y eventual modificación en el ordenamiento legal si llegaran a modificarse estas causales”. ¿Para subirla, para bajarla?
Otra contradicción emerge de la aparentemente demasiada amplia facultad que ofrece la ley a los tribunales “para imponer medidas de seguridad reeducativas que comprenden el internamiento en instituciones especializadas a aquellas prostitutas que realicen actividades vinculadas con actos delictivos”. Ese eufemismo que puede servir y lo ha hecho en determinadas épocas, para justificar la persecución y reclusión de estas mujeres —tampoco aplica para los hombres que venden su cuerpo— es una manera de criminalizar la prostitución femenina, lo cual no es la solución del problema.
En fin, que sin negar la voluntad política y los esfuerzos del Estado y el gobierno de Cuba, junto con la participación de las organizaciones de la sociedad civil, por enfrentar la trata de personas y otras formas de abuso sexual, tenemos la obligación de no conformarnos con un enfoque triunfalista o incompleto, y el deber de discutir a fondo las causas últimas de los problemas que tenemos, para no dormirnos en cómodos laureles.

#Cuba ratifica compromiso internacional contra la trata de personas

#Cuba ratifica compromiso internacional contra la trata de personas 
Ministra de Justicia de Cuba, María Esther Reus. 
Ministra de Justicia de Cuba, María Esther Reus. 
 Por Yamilet Pérez Peña 
 Un total de 224 personas fueron condenadas el pasado año por el delito de proxenetismo en Cuba, reveló el Informe sobre el enfrentamiento jurídico-penal a la trata de personas y otras formas de abuso sexual en 2012, presentado este martes por la ministra de Justicia María Esther Reus en conferencia realizada en el Centro de Prensa Internacional en La Habana. 

 Del total de sancionados, 143 fueron privados de libertad y a otros 45 se les condenó a trabajo correccional con internamiento, afirmó la funcionaria. El informe explica que durante ese año fueron condenadas 14 personas, en 9 procesos, por hechos de proxenetismo (5) y corrupción de menores (4) en cuyos casos se observaron rasgos definidos como trata de personas en el «Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños», firmado en la Convención de Palermo en el 2000. Reus aseveró que en la actualidad siete extranjeros cumplen sanción en cárceles cubanas por corrupción de menores, asociada al abuso sexual infantil.