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¡Felicidades, René!



Por: Dalia González Delgado 
En algún rincón de Estados Unidos René González Sehwerert está cumpliendo este lunes 56 años. 
Después de pasar 13 cumpleaños en la cárcel, hoy tampoco podrá estar junto a toda su familia. Dice su mamá, Irma, que René no les da mucha importancia a las fechas convencionales, porque “no los acostumbré a eso”. Irma siempre habla en plural cuando se refiere a René, como si él y su hermano Ro-berto fueran la misma persona.

René nació el 13 de agosto de 1956, en Chicago. Al triunfo de la Revolución, su familia regresó a Cuba. Le pregunté a Irma cómo celebraban los cumpleaños cuando eran niños, pensando que me hablaría de cake, piñatas y payasos, pero me contestó casi apenada que sus hijos lo mismo pasaban esa fecha en una trinchera que en una zafra. “Imagínate, yo era solita con ellos dos. Si quería hacer Revolución tenía que llevármelos para todas partes, así que el cumpleaños los cogía en cualquier lugar”.

 Irma lo cuenta como si hubiera algo malo en ese sacrificio. “Una vez les pregunté si no me guardaban algún rencor por eso, y René me dijo que lo hice muy bien, y que la mejor decisión que tomé fue sacarlos de Estados Unidos cuando aún eran niños, sacarlos de esa sociedad”. “Nosotros no éramos de celebrar fechas específicas, porque en definitivas esas fechas son puramente comerciales.

 Y no es que los cumpleaños pasaran inadvertidos. Nunca faltó el beso, el cariño, y siempre le cantábamos felicidades. Pero ninguno de mis hijos sufrió nunca porque no hubiera regalos”. “En todos estos años lejos siempre me llama el día 13, bien tempranito. El teléfono suena a las 7:00 a.m. y yo sé que es él”. Cuenta Irma que los días especiales para su familia eran los sábados. “Ese día todos los amiguitos de Renecito y de Roberto iban a la casa por la noche. 

Mi casa era el lugar de reuniones. Y se hacía una fiesta con limonada o refresco, no como son ahora. Pero lo pasaban bien. Esos eran los verdaderos cumpleaños”. “Y después cuando nos mudamos para el Cotorro el día sagrado era el domingo, porque almorzábamos y luego hacíamos una sobremesa de hasta cuatro o cinco horas, y hablábamos de política, de los problemas del mundo, de cómo iban las cosas”. 

 Durante nuestra breve conversación Irma repite una y otra vez que “René era un niño muy noble”. “Cuando lo castigaba, no se podía dormir hasta que no le daba un beso y lo perdonaba, y él me decía que no lo iba a hacer más”. “Era noble pero no quiero decir con eso que era bobo. Él siempre tuvo un sentido de la justicia muy alto, yo lo admiraba mucho por eso. Una vez se fajó para defender a un vecino porque unos niños mayores se estaban burlando de él, y la burla es una cosa muy fea”. 
 Mientras escuchaba el recuento de la infancia de René, pensaba en lo orgullosa que debe estar Irma por haber criado a sus hijos de esa manera, donde su ejemplo forjó las vidas de “mis muchachos”. Yo, en tanto, me enorgullecía de tener delante a una mujer así, de la que solo pueden salir hombres buenos. Este 13 de agosto también es su día, por haber traído al mundo a un héroe de carne y hueso. Celebremos, no solo hoy, el nacimiento de ese humano extraordinario que es René González Sehwerert.

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